Mery Flores Saavedra. Suplemento Dominical, Periódico Hoy. 2 de diciembre de 1973
Habíamos prometido visitar a Walter Solón Romero en su estudio y es allí donde iniciamos nuestra conversación:

Walter, viajero impenitente, dibujó y pintó desde niño e inició sus estudios en la Academia Nacional de Bellas Artes de La Paz y posteriormente hizo estudios pedagógicos en la Escuela de Maestros de Sucre donde obtuvo su título profesional, luego el año 1945 se trasladó por cuenta propia a Chile.
«Es en Chile -nos dice- donde formalicé mis estudios de pintura mural y obtuve honrosas menciones de mis maestros».
Revisamos publicaciones que nos enseña y es un recorte de prensa que nos informa de un premio de honor para extranjeros que, Solón Romero, obtuvo en una sala de exposiciones de Santiago, fuera de otras distinciones recibidas en esa capital y Viña del Mar.
La obra extensa y variada de Solón Romero, abarca los campos de la acuarela, el óleo, el grabado y el fresco.
¿Qué pasa Walter que usted ya no presenta más exposiciones después de su retorno del exterior? ¿Es que dejó de pintar?
– ¿Que he dejado de pintar? No hay tal, yo trabajo como siempre en mi taller, ajeno a una ponderada libertad que muchos comentan y pocos disfrutan.
Walter Solón Romero, un hombre delgado, moreno y de pocas palabras, está ahora en su mundo, un mundo donde su espíritu creador se expande para expresar todo lo sentido y percibido.
«Mi actividad de muralista me ha llevado siempre a constituirme en voz y mensaje de las grandes mayorías, pero cuando ellas están calladas, dispersas, perseguidas, el silencio es el mensaje que se puede entregar».
Observamos a nuestro alrededor y todo lo que nos rodea es una serie de cuadros, bocetos y material de trabajo, es entonces que interpretamos como silencio del artista Solón Romero su ausencia de las salas de exposición.
«Claro que, por otra parte -continúa- pienso que, el creador de arte, es un productor inquieto en constante mutación, esto, en relación a sus medios de expresión, por ello, mi taller es un laboratorio donde experimento diversos materiales para la realización de mis trabajos. Pero, ante todo (y esto lo dice luego de meditar un instante) es necesario respirar un aire de libertad, de otra manera, el aire se torna amargo ante la angustia que nos rodea».
¿Qué opina usted como maestro del momento plástico actual?
-No existe movimiento plástico alguno. Los pintores jóvenes no se han preguntado todavía por qué pintan, ni qué importancia tiene su tarea, trabajan algunos con gran esfuerzo, depuran su expresión, lejos y al margen de las Escuelas de Bellas Artes que se encuentran en franca decadencia.
Hemos observado que actualmente no se pintan murales ¿a qué atribuye usted ese hecho?
-La pintura mural es el resultado de un deseo colectivo o institucional. Es un arte multitudinario dirigido y orientado hacia el pueblo. En suma, es un mensaje de contenido, de tesis, a menos que, el pintor, se preste sólo y exclusivamente a decorar un muro con figuras intrascendentes. Más, es obvio reconocer que, el momento no se presta a la continuación del movimiento muralista boliviano.
Escuchamos atentamente y vemos en nuestro interlocutor a un hombre pleno de vida interior y quizá de ansias reprimidas de entregar su mensaje al pueblo que tanto ama.
¿En qué trabaja usted ahora?
– ¿En qué trabajo?… Tengo preparada una exposición de dibujos sobre «El Quijote y los perros» y otra de caballete, utilizando materiales sintéticos modernos que pienso exponer fuera del país. Sin embargo, lo que me absorbe por el momento, es la realización de mis tapices, pues no sólo estoy trabajando en los diseños sino que he montado grandes telares donde yo mismo elaboro, utilizando la abundancia de materia prima: lanas y tintes.
¿Qué tipo de arte es ese?
– Yo lo denomino el MURALISMO TEXTIL que pretendo iniciar. En realidad ya lo he expuesto afuera. Con ello traté de cumplir con mi deseo de que el mural sea móvil y los paneles se cambien a gusto.
En esta etapa de la conversación, Solón Romero es otro: un hombre que se desborda en palabras mientras explica el trabajo que realiza.
«Pretendo que las texturas logradas por el grosor de los hilos, participen de la iluminación, y ante todo, lograr que un mural pueda ser transportado en forma libre dejando de ser fijo. Por otra parte, creo que es necesario retornar a la gran riqueza prehispánica de esta fascinante y bella técnica».
Dueño de un espíritu inquieto que trasluce en cada obra salida de sus manos, Solón Romero nos confía que también está trabajando en restauración «en forma esporádica».
He recibido -nos dice- invitaciones de las Bienales de Checoslovaquia y Puerto Rico para las que -según explica- está logrando sacar algunas copias de sus propios grabados, en cuyos tacos ha utilizado, ya no el aguafuerte tradicional, sino -tal como él lo dice- fundentes térmicos que permiten relieves muy pronunciados y a su vez, logran la superposición de diversos materiales con diferentes grados de fusión.
Nos sentimos enriquecidos con la entrevista y en el trayecto que caminamos en su compañía al finalizar la visita, el maestro Walter Solón Romero, nos confiesa que sus experiencias son continuas y variadas, «esto hace que mi trabajo se haga disperso y no alcance a mostrar el resultado de mis experiencias».
Estrechamos al despedirnos una mano cordial y fraterna, una mano que es el instrumento creador de un artista que transita por el infinito camino del arte.
*Muralismo textil, obra realizada utilizando como material lana y tinta
Título original: «Pinto ajeno a la ponderada libertad que muchos comentan y pocos disfrutan»: S. Romero