Jaime Renart. Arte y Artistas. 1959 

Ha sido clausurada ayer tarde la exposición de dibujos y grabados que Solón Romero ofreció al público paceño. No conocía yo hasta ahora ninguna  obra de este artista, ni he tenido ocasión de admirar sus murales de Sucre y Potosí, más que por las fotografías que incluyó en la exposición. Y, sinceramente, ha sido para mí una revelación.

Debo confesar que el surrealismo no es el estilo más de acuerdo con mis preferencias; pero cuando alguien adopta esta manera y extrae de ella las consecuencias íntimas que permite, y que cuando la emplea para sugerir preocupaciones y vivencias soterradas con limpieza y honestidad ideológicas, me rindo con armas y bagajes.

Solón Romero me parece un verdadero artista, con sensibilidad muy acusada y con técnica que, si puede depurarse más ya es una realidad concreta. Sus dibujos de línea, sobre todo, trazados con una seguridad absoluta, plenos de poesía y sin concesión al efectismo fácil, creo que son lo mejor de la exposición. La línea, en estos apuntes, deja de ser un frío límite entre perfiles, para convertirse en literatura, y de la buena. Cada plano está aludido por un toque sencillo, por un trazo simple, armonizando un realismo crudo con el más etéreo idealismo. Solamente cuando se siente muy adentro la magia de la pintura pueden sintetizarse las formas con esta pulcritud, con esta desnudez.

De los dibujos a pluma, algunos de los cuales me gustaron menos por su abigarramiento, cabe decir cómo se ha captado en ellos -en “camino”, sobre todo- el dinamismo índole del indio. Ese aguayo que cruza, al mismo tiempo que se detiene, en la retina del artista, es un verdadero hallazgo. También me agradó «Altiplano», una concisa pero honda evocación casi onírica de la desolación del paisaje boliviano. Merecen también citarse «Fin…” de la misma línea que el anterior, aunque menos suelto de dibujo, y “Niños».

En cuanto a los grabados -género, éste, que cuenta con las simpatías de pocos artistas bolivianos- conviene que Solón Romero practique más en la técnica: algunas de sus planchas de factura artística muy buena, desmerecen por su tratamiento técnico posterior: de esta clase es “Esperando” por ejemplo. En cambio, me han gustado en todos los sentidos «Esquema de la resignación» y «Cabeza». Esta última parece uno de los dibujos de línea antes comentados, con la ventaja de haberse conseguido en ella calidades muy precisas mediante el grabado. También es digno de cita «Así será «.

En general, una exposición de las buenas que hemos podido apreciar en los tiempos recientes. Es una lástima que no haya expuesto obras representativas de otras técnicas -óleos, sobre todo- que son el espaldarazo definitivo del pintor.

Título original: Walter Solón Romero