Los dibujos y grabados de Walter Solón Romero nos indican que hay allí un temperamento de éxtasis que siente hondamente el dramatismo en el dibujo, y le lleva al papel o al cartón, en ocasiones muy expresivamente. Sus temas son tomados en Bolivia y aunque hay en todos ellos, sin excepción, una especie de obsesión del dolor, esta puede justificarse si se toma en cuenta que trata de representar la raza aborigen, dolorosa y resignada. El indio boliviano, al parecer, sufra o no, siempre presenta un aspecto de tristeza, de añoranza, de soledad, y esto es lo que llama la atención en este grupo de dibujos y grabados.

Solón Walter tiene una viva imaginación creadora. El punto de partida de estas cosas dramáticas en el arte, parte de Goya, y se ha seguido la ruta del maravilloso artista en lo que se refiere a sus aguafuertes. Pero Goya era también alegre, y sobre todo era profundamente irónico. También en todas estas cosas, que se prodigan tanto después de las dos guerras que ha tenido que sufrir la humanidad, hay recuerdos de dos artistas clásicos que las hacían con viva imaginación, con una imaginación de pesadilla, y son los Bruehgel, sobre todo el que le decían el Viejo, que en el cuadro del Prado, titulado “El triunfo de la muerte”, ha inspirado a muchos de los artistas del momento, que pintan pastiches de aquel artista flamenco de fértil imaginación creadora.
También todos estos dibujantes que han venido mucho después tienen como fondo de estímulo para su imaginación, el propio Juicio Final, de Miguel Angel, traspasado a los tiempos modernos, con menos dibujo y más deleite en la morbosidad. Tiene Solón un grabado que se titula “¡Canallas!”, una figura iracunda, con un mazo en la mano, dispuesta al ataque para vengar, ¡sabe Dios qué ofensas! Todo esto es muy equilibrado, finalmente dibujado y con gran expresión dramática, superior a lo demás que acusa mayor labor material.
No me explico el afán de dibujar todos esos indios con manotos enormes, desproporcionadas. Esto ni se ve ni se siente; solo se imita de Francia. Parece ser que no se es avanzado en arte, si no se falsifican las manos y los pies. Ya esto va tocando los límites de una vulgaridad, que, sobre ser fea, es una tremenda mentira que no conduce a nada ni engaña a nadie. No siempre Solón dibuja esas manos, porque en su figura número 26, que titula “Altiplano”, muy sugestiva como movimiento y roma profundidad de lápiz, ha dibujado unas manos lógicas, bien vistas y muy expresivas, sin recurrir a la inocencia de la elefantiasis de las extremidades.
Este grupo de dibujos y grabados, a pesar de todo, tiene interés y revela a un artista expresivo.
Título original: Solón Romero