Mural autobiográfico

Este mural inconcluso sobre su vida fue pintado en una parte de las paredes de su taller en lo que hoy es la Casa Museo Solón. Primero fue esbozado en la pared y luego cubierto con paneles a los cuáles traspasó los dibujos que estaban sobre el muro. Casi ningún fragmento del mural está concluido. Cuando Solón falleció se encontraba poniendo una base de piroxilina y aserrín para dar textura y evitar el brillo de la pintura.

El mural autobiográfico empieza con la imagen de la torre del reloj de Uyuni y los dibujos que les hacía su padre en los cuáles escuchó por primera vez hablar del Quijote. Después está la representación de la muerte de su madre. Mas adelante hay una imagen de su “primer mural” cuando de niño hizo un dibujo en la pared de su hermana Sara. Al lado está la imagen de su hermano Goyo reproduciendo un billete de 20 bolivianos para mostrar lo que es ser un buen artista.

En el siguiente muro, Solón empezó a dibujar el impacto de la guerra del Chaco sobre su infancia. Esta parte del mural ha sido totalmente descubierta de los paneles que lo cubrían para mostrar como era el dibujo original sobre el muro. Mas adelante encontramos su paso por el internado del colegio Sagrado Corazón, y su disyuntiva entre dedicarse al violín ó a la pintura.

Abajo hay once autoretratos de Solón en diferentes momentos de su vida, desde adolescente hasta viejo, terminando en su propio esqueleto. Aquí se encuentra la mariposa de colores que nació cuando su nieta manchó el mural durante la filmación de la película sobre su vida que también quedó inconclusa.

Una piedra que cuelga de una vela simboliza la extrema pobreza en la que vivió cuando fue becado en la Escuela de Bellas Artes de la ciudad de La Paz. Mas adelante está la representación del accidente de avión que sufrió cuando estudiaba en Santiago de Chille, y su larga recuperación en la cama número ocho del hospital de Santa Barbara de la ciudad de Sucre.

En el siguiente muro encontramos un Tupac Katari envejecido que continúa aguardando su retorno. Le siguen una serie de imágenes sobre la revolución de 1952 y sus primeros murales. Al lado está la figura del dios griego Anteo que es el nombre del grupo de artistas, poetas y fotógrafos que formó durante esos años en Sucre.

La siguiente pared está dedicada a la detención, tortura y desaparición durante la dictadura de Banzer de José Carlos Trujillo Oroza, hijo del primer matrimonio de su esposa Gladys. Este es un homenaje a la madre que nunca dejó de buscar por 40 años a su hijo desaparecido.

Su mural autobiográfico termina con las manos encadenadas del artista comprometido.