El mural de la historia de la hoja de coca acompaña el mural autobiográfico de Solón en su taller ubicado en la Casa Museo Solón. Ambos están inconclusos. Para este mural Solón hizo varias modificaciones en su taller. Volteo muros, cerro ventanas, abrió puertas y volvió circular el pilar central de su taller para pintar un Quijote pintor de espaldas y un Quijote indignado de frente.
Para darle una estructura no plana, Solón colocó varios paneles en forma de zigzag y empezó pintado la historia de la hoja de la coca desde tiempos pre-coloniales. Solón destaca que la expansión del consumo de hoja de coca se dio con la conquista española para explotar la plata del cerro rico de Potosí.
En el mural encontramos varias imágenes de denuncia del narcotráfico. Las mafias son invisibles para muchos, pero no para el Sol de Piedra, que está representado por una máscara de bronce con los labios cocidos. Solón considera que la función del muralista es pintar aquello que el Sol de Piedra registra pero que no puede comunicar. De ahí el diálogo entre el Quijote pintor y el Quijote indignado con el Sol de Piedra.
En el techo, el artista pintó el puente entre el viejo y el nuevo continente construido con esqueletos de indígenas que murieron en la mina de Potosí. El color verdoso de los esqueletos es una alusión a la presencia de la hoja de coca en su organismo.
En la parte final encontramos un muro en blanco en el cuál Solón quería pintar la crisis ecológica del planeta.