Solón pintó los murales de Don Quijote y Tunupa en el año 1959 con la ayuda de su hermano Goyo Mayer. Los dos murales a la piroxilina fueron pintados en la casa del Dr. Guillermo Jauregui. Después de su fallecimiento dichos murales fueron trasladados a la Prefectura de La Paz, actual Gobernación, en la plaza Murillo. A la reinauguración de ambos murales en 1998 Solón no fue invitado porque entonces el general Banzer se encontraba nuevamente en el gobierno.
Estos dos murales representan el encuentro del conocimiento ancestral con la búsqueda de la justicia. En el mural del Quijote predominan los azules de un nuevo amanecer, mientras en el mural de Tunupa los rojos y ocres representan la mitología andina. A diferencia de otros murales de Solón en estos destacan las grandes figuras y la perspectiva dinámica de los protagonistas que parecen saltar de las paredes.
El mural de Don Quijote versa sobre su arribo a la ciudad del Illimani junto a Sancho Panza. Es un Quijote que cabalga impetuosamente sobre su caballo Rocinante por el valle de la luna: que simboliza un paisaje de otro mundo así como es Bolivia. El de Tunupa se centra en el momento en que Tunupa navega amarrado a una balsa de totora y está al borde de estrellarse contra las rocas en el lago Titicaca.
Tunupa es una deidad andina sobre la cual se han construido varias leyendas. Solón recoge aquella que sostiene que Tunupa fue castigado por los curacas por esparcir el conocimiento entre los comunarios del lago Titicaca. Las autoridades esperaban que la embarcación se estrellara contra las rocas, pero la tierra se abrió formando el rio Desaguadero por el cuál navegó su balsa hasta que Tunupa se convirtió en un volcán que lleva su nombre.