Solón, enero de 1996
Quien pase por la calle Bueno, en el edificio de Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos (YPFB), vera en el hall de ingreso una pintura mural que describe la historia del petróleo boliviano. Pocos lo han visto, el tiempo y el uso que se dio a este espacio no permitieron su contacto con el público, sin embargo, allí esta, mostrando con su lenguaje grafico una síntesis de nuestro pasado histórico.
Lo pinte hace 36 años a pedido de la Presidencia de YPFB, utilice la técnica del «fresco», la misma con la que se pintaron los murales de Herculano y Pompeya en la época griega, la misma con la que Miguel Angel, Rafael, Giotto, Massaccio y otros se expresaron en el Alto y Bajo Renacimiento.
EI fresco, acaso la más antigua técnica al igual que el mosaico y la pintura vítrea, se denomina «fresco» porque se pinta sobre una superficie fresca, húmeda, compuesta de cal y arena. Cuando uno pinta al fresco los minutos están contados porque sólo se puede colocar el pigmento mientras la superficie permanece húmeda. De ahí que es una de las técnicas más difíciles, pero también una de las más duraderas. Pintar al fresco entraña una disciplina y conocimiento que no dejan lugar a la improvisación ni al retoque. Los pasos que se sigue para su ejecución son varios y complejos: el boceto, el proyecto a escala, el cartón sobre una superficie rígida en tamaño del propio mural, la preparación y colocación del mortero de cal y arena, el calco del cartón en un papel transparente para su traslado sobre el mortero fresco y, finalmente el pintado de acuerdo al dibujo del calco y los colores previstos en el cartón.
EI fresco de Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos es el único en esta técnica existente en La Paz y, a diferencia de los realizados en la Universidad de San Francisco Xavier en Sucre incorpora en su proceso un aditamento vegetal, fruto de investigaciones realizadas en Europa y el Lejano Oriente para la conservación, restauración y desprendimiento de murales al fresco que realizara, con el propósito de efectuar esa tarea en Centro América y Bolivia, ya que los murales de Teotihuacán y Bonampak en México y los fragmentos prehispánicos en los Andes de Sudamérica necesitan de ese trabajo.

Sin embargo, esta vez, no es mi propósito explicar la historia y el progreso del «fresco» sino el ocuparme del tema y el proceso conceptual seguido para la elaboración de este mural que habla de la nacionalización del petróleo, más aún ahora que se pretende adoptar una nueva política económica, nuevos propósitos de cambio, en una época en que la prisa se impone a la reflexión.
EI Movimiento Muralista boliviano se inicia en 1950 con los frescos históricos de la Universidad de Sucre y posteriormente con otros murales a la piroxilina en diversos edificios estatales gracias a una joven Escuela de Muralistas que fundara en la ciudad de Sucre con el sugestivo nombre de «Anteo». En 1958, a invitación de YPFB me traslade a La Paz para pintar en el hall de su nuevo edificio un mural al fresco cuyo tema habría de ser la Historia del Petróleo Boliviano.
EI tema era fascinante y requería una documentación histórico-grafica para su realización. Yacimientos me proporciono un viaje por sus centros más importantes de exploración, perforación, producción y refinería del oro negro boliviano. Por otra parte, me introduje en la investigación histórica: los Betunes del Padre Barba, los escritos de Abel Iturralde el gran centinela del petróleo, y las constantes charlas con mi amigo Sergio Almaraz y sus valientes ideas sobre la realidad del petróleo en Bolivia y las transnacionales. De esta forma se delineo la parte conceptual de este fresco que en imágenes es la historia gráfica del petróleo.
La efervescencia nacionalista de la época, la euforia de una revolución en las minas, el campo y las ciudades alimentaron la concepción de este mural que refleja, a no dudarlo, la gran batalla que libró el hombre de nuestro continente por emanciparse.
La concepción de este mural refleja la gran batalla que libró el hombre de nuestro continente por emanciparse
Solón
EI fresco nos muestra la vigorosa y fuerte figura de un aymara que tiene en las manos una antorcha como símbolo de su energía vital y del petróleo a las orilla del lago Titicaca, donde según los historiadores aparece este recurso energético; a su lado la figura simbólica del padre Barba acompañado de un balsero; a continuación y de espaldas al espectador la engreída figura de un conquistador imponiendo el emblema de la Standard Oil; a sus pies la guerra del Chaco; la realidad nacional personificada en una palliri y una agricultura incipiente; pero en la parte superior el gran Cóndor de los Andes protegiendo la conquista lograda por la nacionalización del petróleo y las figuras de Abel Iturralde, el General German Bush y el General Toro; como figura central el hombre del petróleo que enarbola el emblema de Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos; y al fondo la refinería, los trabajadores anónimos de esta riqueza nacional. En primer plano, obreros perforando un pozo, a continuación, el futuro de Bolivia personificado en una mujer que sostiene en sus brazos un niño como dueña absoluta de nuestros recursos; al fondo la tierra roturada por el arado del progreso y la inconmensurable presencia del mar en cuya orilla un pescador nos anuncia nuestro retorno; en primer plano, a la derecha del observador, un estudiante con sus instrumentos de trabajo simbolizando el futuro de la patria.

Los pintores muralistas en esos años pensamos que la revolución había encontrado un arte defensor de los derechos del pueblo y que el creador de arte asumía una actitud positiva frente a la realidad en la que se desarrollaba una política que impulsaría no solo la libre creatividad del pintor muralista, sino que implantaría la soberanía política de un pueblo. Por ello trabaje y aun lo hago coincidente con la realidad y consecuente con mi posición de siempre. No quisiera pensar que nuestra lucha fue estéril, aunque algunos podrán juzgar que la tarea de los pintores muralistas no es política y que debemos pintar para decorar simplemente y no decir ni expresar absolutamente nada. Eso sería adoptar una posición cómplice acorde con los evasionistas de la realidad de algunos «ismos» de la pintura de caballete que nunca dijeron nada, y estuvieron y «están al día» con los modelos que nos vienen de afuera.
Adopte las disciplinas del muralismo y las artes gráficas para expresar lo que siento, lo que he hecho sin apostar en ventaja a lo que habrá de opinar el pueblo, el hombre de la calle, que en última instancia es el protagonista de la historia en el pasado, presente y futuro de Bolivia. Por ello, ahí están los murales históricos de la Independencia en Sucre, y ahí está este fresco sobre la historia del petróleo boliviano: ¿Quién habría de pensar que el contenido de este último no fue sino una mera ficción para alucinar a un pueblo en su inocencia?
¿Quién habría de pensar que el contenido de este mural no fue sino una mera ficción para alucinar a un pueblo en su inocencia?
Solón
No soy político, no me expreso como tal, simplemente soy un pintor que hace murales, cuadros y grabados, me expreso con imágenes e ideas que duran como lo hicieron quienes no se retractaron nunca. Duele haber pintado mitos, y el pueblo sentirá más si al igual que ahora, mañana estamos sin nada entre las manos.
No soy político, repito, quisiera equivocarme por lo que ellos se empeñan en hacer al cambiarlo todo. ¿Capitalización no implica a la postre enajenación de este recurso no renovable? ¿No es pobreza y desempleo, sacrificio de muchos para beneficio de muy pocos?
Por ello, añado a lo expresado gráficamente en el mural de Yacimientos las palabras de mi desaparecido amigo Sergio Almaraz: «Cuanto más pronto se arme la conciencia nacional con los conocimientos necesarios para comprender la naturaleza de nuestro problema petrolero, tanto más fácil, y natural mente se encontrarán las soluciones adecuadas que aseguren el carácter nacional de la explotación de esta riqueza. No podemos olvidar que, en este como en todos los órdenes de la vida nacional, la última palabra tendrá que ser dicha por el pueblo boliviano«.
Escribí estas palabras, aunque no siempre lo hago, para reforzar lo que dije en el mural de Yacimientos hace 36 años porque no creo que la idea de nación y libertad hayan cambiado. Adoptemos una acción reflexiva sin prisas ni imposiciones, al final el petróleo es nuestro ¿verdad?
Enero de 1996