Pablo Solón, 1987
Durante cuarenta años Solón ha permanecido fiel a su mensaje. A pesar de los cambios en la epidermis de esta tierra, hay una sustancia trascendente que no cesa de expresarla.
En el contenido de su obra hay un hilo de Continuidad y no obstante un afán permanente por no repetirse así mismo. No hay esencia sin cambio y superación, pero al mismo tiempo, solo es posible avanzar sino se pierde la huella del camino. Solón escala esas cumbres; busca interminablemente una síntesis de nuevos símbolos que reflejen el cuerpo y alma de esta realidad.
EI arte es una totalidad dinámica. EI contenido de la obra no está desprendido de la forma, de la técnica del dominio del oficio, de la historia y la cultura de un pueblo. Por eso, Solón lucha por perfeccionar las diferentes técnicas, por apropiarse del oficio y por recuperar las expresiones de nuestro arte popular.
Acuarelas, oleos, temperas, xilografías y un álbum denominado «Psiquis» constituyen su primera exposición, alli por el año 1946 en la ciudad de Sucre. Solón no nació abrazado a una técnica, emergió decidido a conquistar las diferentes disciplinas en pos de una simbiosis creadora.
EI dibujo a pluma, la xilografía, el grabado sobre cemento, la Iitografía el óleo, la acuarela, la tinta, la piroxilina, el tallado sobre madera, el tejido, el fresco y el fresco con aditamento vegetal… en fin, si Solón no ha profundizado en otras técnicas es sola mente porque cuarenta años son muy escasos para el artista.
Investigar, descubrir nuevas posibilidades, combinar disciplinas hasta lograr lo nuevo; una pequeña muestra de ello son las láminas de cemento-grabado que incluye este álbum. que representan un importante y genuino aporte a la técnica de arte gráfico. Otros ejemplos son sus murales y sus «Retablos» que aún permanecen en elaboración.
A este desafío en el plano de la técnica se sumó otro: recuperar el pasado, el arte y la artesanía de nuestro pueblo, sustraerse a la crítica de Occidente para empezar a reivindicar el arte de esta América India. iQué poder más grande de síntesis de los dibujos tihuanacotas y que técnica más rica que la tapicera andina!, «En pos de la urdimbre perdida» es una muestra de tapices que surca.
No es suficiente ser artista, hay que ser artesano de oficio. Un conocedor de todo el proceso de elaboración de la obra, desde la madera hasta el bastidor, desde la fibra y el pigmento hasta el acabado. No es posible revolucionar los símbolos y la técnica, ni recuperar el pasado, ni lograr una síntesis totalizadora si uno no es dueño de todos los secretos que hacen a las partes del oficio. Solón, además de artista, es en todo el sentido de la palabra -que horroriza a la «elite»- un artesano.
Muchas veces han intentado definir la obra de Solón dentro de alguna escuela. En 1947, críticos de arte la calificaban de surrealismo andino, otros de neo-humanismo y, cuando pinto sus murales, de realismo. Sin embargo, es imposible encuadrar a Solón dentro de uno solo de estos «ismos». En todo caso, es también una síntesis de todas estas escuelas… y algo más. Su tema es el hombre y, más específicamente el pueblo. La forma que asume su expresión es realista y su intención es aprehender lo más surrealista de todo; el espíritu del pueblo.
«EI genio es una larga paciencia». Sin esa vocación y esa voluntad de hacer arte desafiando la adversidad, Solón no sería Solón.
Después de vivir toda una vida a su lado y de contemplar cómo una infinidad de sus trabajos permanecen desconocidos o limitados a un pequeño auditorio que incursiona en el mundo de su taller, considero que lo menos que se puede hacer es contribuir a la promoción de su obra.
Para Solón lo primordial es el dibujo: «… es como la firma de un individuo; al artista se lo reconoce por el trazo y la composición de sus líneas». Así empezamos la recopilación de cuarenta años de la firma del artista hasta armar «Con un nudo en la esperanza«.
«Sequía» un dibujo a pluma (1947), tres cementos- grabados del álbum «Pueblo al viento» (1958), xilografías de las colecciones «los niños» (1964) y «Variaciones sobre un tema de sangre», un par de Iitografías (1980), un Quijote y un dibujo de la serie «Los guerrilleros», son el pequeño resumen de este mensaje gráfico que busca llegar a los protagonistas vivientes de nuestra esperanza.