La Paz, abril 10 de 1960
Walter Solón Romero -33 años, nacido en Sucre, casado- realizó sus primeros estudios de pintura en la Escuela Nacional de Bellas Artes en Santiago de Chile. En el Salón Oficial chileno de 1948, obtuvo el Primer Premio para extranjeros. Luego pasó a México a trabajar con Siqueiros y Javier Guerrero, constituyo éste un fecundo periodo de formación en el artista en contacto con los grandes maestros del muralismo mexicano. A su retorno a Chile pintó algunos murales, entre otros, uno en el Palacio de Bellas Artes.
Walter regresa a la Patria -casi accidentalmente- en 1950: ya es un pintor maduro. Contratado por la Universidad chuquisaqueña, trabaja primero con el vitralista [Frederick Henrich María] Geuer en un vitralux de la universidad en seguida pinta un mural en el salón del rectorado, otros dos en el Salón de Honor, uno en la dirección de la Escuela Nacional de Maestros y otro en el Colegio Nacional Junín (estos dos últimos forman parte de la serie «Mensajes » y se llaman respectivamente: Mensaje a los maestros del Futuro y Mensaje de Patria Libre).
Entretanto, Walter organiza en Sucre el grupo ANTEO que, en nuestro movimiento plástico de los últimos años, representa una tentativa para imponer el mural en Bolivia y una nueva concepción acerca del rol de la pintura.

En La Paz, Walter Solón Romero ha realizado ese hermoso trabajo que es el mural de la planta baja de YPFB, una historia del petróleo en Bolivia, patética y didáctica al mismo tiempo.
Walter no solamente es muralista, además es grabador, vitralista, un buen técnico del esmalte sobre metal y del grabado sobre cemento (tiene un hermoso álbum editado con esta técnica) y, finalmente, un excelente pintor de caballete.
Lo que le gusta: La pintura cinética
Walter Solón es un hombre al que difícilmente satisfacen sus propias obras, hay en él un critico, tal vez implacable, cuya presencia se halla suavizada por su afable y simpática manera de ser. Le preguntamos cuál de sus murales le satisface más. Nos confiesa que pasados algunos meses de haber sido concluida la obra, tiene deseos de introducir modificaciones. Pese a todo, le gusta el que pintó en el Colegio Junín de Sucre [Mensaje de Patria Libre].
Este trabajo merecería su preferencia porque en él habría puesto en práctica la teoría de la pintura cinética de Siqueiros. “Esta pintura -según Walter- debe envolver al espectador, debe salir del muro, debe estar en función del espectador y no de la arquitectura”.
Un deseo íntimo: Pintar a su propio Mural
“La Pintura mural no puede seguir en la superficie, hay que buscar las cuatro dimensiones«, nos dice Walter. Para resolver este difícil asunto tendrían que emplearse juegos de luces especiales, colores violentos y otros recursos, de modo que la pintura «salga» del muro y quede “flotando”, “envolviendo” a los espectadores. Como todo artista, necesita explorar sus propias posibilidades, experimentar, ensayar: por esto tiene un deseo personal: pintar su propio mural eligiendo tema (que ni dice seria la “Bolivia de hoy”) y recursos técnicos de la manera más independiente posible.
Un plan próximo: Viaje a Europa
Nuestro artista piensa cumplir sus compromisos y luego viajar a Europa. Debe pintar en las instalaciones del TAM en El Alto y en el Instituto Normal Superior. En Europa no cree poder aprender mucho sobre todo en París donde la pintura como muchas otras cosas es «un poco Snob«. Es Italia la que entusiasma a Walter, y mas concretamente los maestros pre-renacentistas (Massiacho, Cósimo, Tura, etc.), que tienen “una vitalidad y una fuerza tremendas en el dibujo”. Walter tiene mucho respeto por el dibujo dice «buen muralista, buen dibujante«. Nos explica que las grandes dimensiones de la pintura mural requieren un buen dibujante y… desdibujante. El desdibujó es un recurso “para habitar un poco más allá de las realidades aparentes”. “Cuando se sabe dibujar bien, se puede desdibujar”. Lo que Walter dice sobre el dibujo, explica su interés por los grandes maestros “un poco anónimos” de la Italia pre-renacentista.
“Lo importante es lanzarse con una intuición limpia y pura”
Esta es la opinión de Walter sobre los jóvenes pintores bolivianos. No importa no dominar el color o el dibujo, lo que vale es la institución, la fuerza creadora, lo que lleva dentro del artista.
Para Walter hay una pintura boliviana en la que se advierte la influencia de varios maestros que han dejado una profunda huella: Guzmán de Rojas, Crespo Castelú, Jorge de la Reza y otros. Ahora vienen los jóvenes, y nosotros habríamos de señalar que Walter Solón Romero, es el más maduro de nuestros jóvenes pintores, ocupa un gran lugar en la nueva pintura boliviana, más profunda, más humana, más nacional y por ello mismo más Universal que la del pasado.
Título original: Arte y letras. Los representantes de la joven pintura boliviana.
Vigor y sentimiento en la plástica humana de Walter Solón Romero