Solón, 1956 – 1959

Dunhuang es una comarca situada en la provincia de Gansu. En la antigüedad era una ruta obligada para el comercio con la India. Un pueblo fronterizo de tal obligación, en una época en la que no se conocía sino la ruta terrestre de la seda para el intercambio comercial, debió adquirir una gran importancia como centro para el desarrollo comercial y cultural del pueblo chino. Por Dunhuang es precisamente que en el siglo III penetran a China las corrientes de la civilización india y griega, las que fusionadas con la cultura china producen la expresión característica del arte oriental. Es precisamente en esta época que el budismo empieza a crear ídolos que no los había hecho en los siglos anteriores, dando a la pintura de este período cierto refinamiento muy característico.

En el año 366 antes de Cristo se empezó la construcción de las cuevas de Mogao, la que a través de mil años desde la dinastía Wei, ha sido ampliada. Diversas dinastías obligaron al pueblo a la apertura de grutas en el interior de montañas rocosas, cortadas previamente en talud, algunas llegan a dos kilómetros de profundidad, otras excavadas en diferentes direcciones conforman un espacio amplio parecido al de una gigante recámara. Cada dinastía en la superficie pétrea de estos salones interiores ha dejado debido al elemento creador de su pueblo, centenares de metros cuadrados de pintura mural.

Los diez primeros murales sirven para explicar la historia de las costumbres de algunos reyes y posteriormente la historia del budismo.

El monumentalismo de la pintura china reconocible sólo en los rasgos generales, en cuanto a la temática, es el argumento religioso educativo que se muestra complicado por su multiplicidad gráfica, por una parte, y la gran extensión de la superficie por otra. El desarrollo de la composición milenaria y lenta en la estructuración de la forma casi siempre simétrica, en los primeros períodos se hacía una agrupación menos abigarrada que en los siglos posteriores.

Como resultado de la infusión de los estilos greco-búdico y el poderoso ancestro cultural chino, nos muestran un conjunto que resume varios siglos de arte plástico oriental.

Aunque la tendencia determinante está implícita en la iconografía religiosa, intentar un argumento minucioso del argumento de los muros, sería penetrar en el intrincado terreno de la historia del budismo y su penetración en China con los consiguientes aportes de este pueblo, más aún sería extendernos en consideraciones un poco al margen de nuestro propósito.

Se nos explica en detalle la época exacta a la que pertenece cada panel. Tan poco familiarizados estamos con el temperamento chino y con los intrincados laberintos de su historia que inmediatamente nos perdemos en la ubicación cronológica de los muros. Cada vez que tratan de explicarnos algo en materia de fechas, relacionan éstas con las dinastías y después de un cálculo mental en que se oyen nombres de emperadores y no cifras, nos dan la fecha, luego, otro tanto debemos hacer para colocarla antes o después de Cristo que es la más exacta referencia para nosotros.

Es interesante observar el sentido del tiempo que tiene este pueblo. Nos dicen tres o cuatro siglos como quien dice entre nosotros tres o cuatro años sin el más ligero asombro. Esto recalca y justifica el paciente designio de este pueblo.

Son 600 excavaciones o grutas de las cuales 476 están decoradas. La gigantesca magnitud de estos trabajos se hace más objetiva si colocamos imaginariamente todos los muros decorados en fila, tendríamos unos treinta kilómetros de pintura mural. Después de 1.500 a 1.600 años de cambio histórico la destrucción es lamentable en algunos paneles.

En los siglos VI y VII debido a la influencia griega la experiencia plástica prospera. En la dinastía Tang se nacionaliza el estilo oriental con temas domésticos, aparece la concepción plana y el sintetismo, representan escenas de la vida cotidiana con un alto sentido descriptivo. En el siglo VIII se da mayor importancia al dibujo, son interesantes los tres murales que representan los oficios presentando un magistral conjunto.

Al final de la dinastía Tang, el imperio dividido en pequeños reinos por las luchas interiores, ocasiona el decaimiento de la pintura mural. Posteriormente en la dinastía Yuan, la pintura sobre papel y seda desplazó al monumentalismo del mural.

En lo que respecta al procedimiento técnico, difiere según las épocas: desde el fresco sobre base de bambú a la pintura al seco con aglutinantes vegetales sobre telas de lino y papel.

Este tema por extenso e interesante, nos abocaría a otras consideraciones en una charla especial. En la actualidad las grutas están siendo reconstruidas con toda la perspectiva primitiva. Diez pintores trabajan en la restauración de los murales utilizando los antiguos procedimientos técnicos del fresco con aditamento vegetal, el aceite de tung, cuyo equivalente encontré en el país para adaptarlo al grabado, logrando de este modo un aporte modesto al arte gráfico: la cementografía, cuyos resultados se pueden observar en “Pueblo al Viento”, álbum de grabados que la universidad de Sucre editó en 1958.