Solón, Junin, Sucre, 1959

Desde esta columna destinada a relevar los sucesos artísticos, damos esta vez una opinión frente a los acontecimientos plásticos de las últimas fiestas mayas [en referencia al aniversario de la revolución de mayo de 1809 en Sucre], que bien podíamos pasarlos por alto, ya que no revisten ningún valor ni trascendencia alguna; pero nos compromete una superación del ambiente, del grueso de la opinión pública.

No entender ciertos postulados estéticos inherentes a una obra de arte es desconocer sus alcances inmediatos, perjudicando con absurdas y falsas valoraciones obras que no reúnen, ni siquiera, la solidez para el dictamen de la crítica. En verdad que el problema se relaciona con la escasa y casi nula apreciación del factor público, pero a ello vamos, tratando de determinar este aspecto de crisis en los valores plásticos.

Tuvimos oportunidad de conocer dos muestras de bien dotados pintores que se encargaron de decepcionarnos con gestos convencionales de desorientación. El primero en los salones de la Prefectura con escasos recursos técnicos; el segundo en el salón de la Alcaldía Municipal, con un sometimiento a una disciplina de adherida objetividad fotográfica. La expresión plástica es algo que trasciende a todo género pictórico y el retrato no elimina aspectos plásticos, porque este género no es esclavo del mecanismo de la veracidad fotográfica. Interesa antes que nada el elemento espiritual de los modelos; la destreza periférica no logra convencer. Sin embargo, creemos, dada la juventud de los exponentes, que con inteligencia lograran depurar sus medios expresivos.

Otro aspecto ha sido la muy bien intencionada evocación de nuestros preclaros hombres públicos en un conjunto de bustos que se expusiera en una vitrina de la calle “Luis Calvo” que, en su afán de justificar su estética plástica, rompen con todas las leyes del buen gusto; ya que estas obras no cuentan, desde el punto de vista de la masa y del volumen, del cual parecen surgir informes, no llegando a ser sino figuraciones anecdóticas que corrompen esta expresión noble de la escultura. De este modo, el conjunto inferior en calidad a nuestra cerámica popular, es categóricamente malo.

La escultura es un arte plástico cuya concepción debe ser seria y responsable, porque no se pueden encargar bustos presidenciales como quien se manda hacer una prenda de vestir. Tienen en todo caso, una misión conmemorativa; deben expresar una característica especial de la vida o personalidad y esta, en materia de interpretación, debe ser expresada con medios absolutamente plásticos, mejor aún, con medios que el escultor, si es tal cuenta para expresar su pensamiento.

Creemos oportuno señalar, al a Sociedad o institución que habrá de aceptar estos trabajos, que no responden a la crítica y menos a una reverente conmemoración. Indudablemente, el público no es exigente, poco o nada puede pedir de sus creadores de arte por diversos factores, pero a ello vamos tratando de “Enseñar el difícil arte de ver el arte” porque comprendemos que los ojos son las puertas de entrada de la cultura en el hombre de la calle.

Título original: Concepto y crítica de arte, colúmna Arte y Letras