La Patria (Oruro), 1955.
Nos dice Walter Solón Romero, presidente de la Embajada Artístico-Cultural que destaca el centro Anteo desde la capital de la República, sobre una actividad que muy pronto gravitará en los círculos intelectuales de toda la nación. “Queremos a Sucre porque ella nos infunde mayor sentimiento bolivianista”, nos dice socios de Anteo de otros confines nacionales. [Reportamos] lo que fue la exposición en Oruro.

Callada y modestamente, allá a mediados de los 1950, una pléyade de la nueva juventud capitalina estructuró la organización de una entidad que fuera oasis del intelecto y del arte nacionales.
Bajo la directiva de Walter Solón Romero, el muralista Chuquisaqueño notable por haber traspasado su prestigio más lejos de nuestras fronteras, se agruparon decididos elementos, que en muy pocos años habrían de hacer en Sucre el punto de irradiación para una nueva concepción del arte para una nueva interpretación de las tradiciones históricas y finalmente para infundir una nueva savia que haga de la culta Charcas el foco central de nuestra cultura.
Esto y mucho más lo van haciendo todas aquellas personas que se han cobijado en el centro Anteo, significando con tal actitud el renovado brío que se plasma en Sucre, en edificante reedición de las hazañas del personaje mitológico cuyo nombre ostentan.
La avanzada
Con las pupilas que avisaron horizontes de franca superación, llegaron a nuestra ciudad cinco muchachos, entre ellos Solón Romero, el capitán de la vivificante hazaña sucrense que hoy comentamos.
Integran el grupo Jorge y Gil Imaná Garrón, Lorgio Vaca Durán, Fernando Borda y Humberto Díez de Medina, este último joven cultor de las letras. Todos ellos recorrerán, en simpático peregrinaje, las ciudades de Cochabamba, La Paz y Potosí, luego de completado su compromiso con Oruro.
Quedó en Sucre el grueso de la entidad compuesto por Ernesto Borda, otro exponente de la plástica; Juan José Wayar poeta laureado, autor y periodista; Hugo Poppe, una autoridad en materia histórica y actual jefe del Departamento de Extensión Cultural de la Universidad; Héctor Borda, poeta y cultor de las letras y la filosofía; Eliodoro Aillón, poeta laureado; Lorgio Duchén, Félix Orihuela, Alfredo Aguirre Siles y otros. Igualmente exponente de la cultura nacional de nuestra juventud que complementan el centro Anteo, conviene anotar que Fernando Berthin Amengual ha tenido la grata oportunidad de participar en [los] trabajos aurales de Anteo.
Qué piensa Solón
Gente sencilla, como todo exponente del arte nacional aun no bien reconocido ni menos impulsado, nuestros visitantes exponen con franqueza su criterio en materia de Plástica en la tierra boliviana.
Walter Solón Romero empieza por decirnos de sus experiencias en diversos países de nuestra América (principalmente Chile) donde solidificó sus conocimientos en las artes y sus aplicaciones con maestros como Laurean Guevara, Marco Bontá, Héctor Banderas Cañas, José Perotti [y] Samuel Román. Con ellos pudo comprometerse de los vericuetos del fresco las artes gráficas, el vitral, el esmalte y la cerámica. Estos antecedentes le permitieron acometer por encargo del entonces rector Guillermo Francovich las primeras obras muralistas y tema de vitraux en la casa de estudios de Sucre.
Este hecho y su experiencia le permite afirmar que la pintura mural es un definido motivo para la salvaguardia de las maravillas arquitectónicas diseminadas en todos los centros del territorio nacional.
El ejemplo de Solón Romero, su empuje y su decisión por hacer el muralismo una doctrina viviente para el incremento del arte nacional, fue secundado por los hermanos Imaná. Uno de ellos, Gil, tuvo la oportunidad de estudiar en el curso de [Juan] Rimsa, por lo que logró la ejecución de los significados murales en el edificio de teléfonos de la ciudad capitalina. También Lorgio Vaca Durán, con trayectoria de peso en el arte plástico, es puntal de valía en el grupo Anteo.
Este, con Humberto Díez de Medina y otros, proceden de otras ciudades del interior (Santa Cruz y La Paz) y se quedaron en Sucre porque [la] consideran su hogar, porque ven en esa casa ciudad algo más que un simple motivo geográfico nacional y porque en ella hallaron el estímulo para sus sentimientos cívicos bolivianistas. Emocionante [se] muestra la comprensión Nacional cuando resuenan todavía los apóstrofes del regionalismo.
Quisiéramos transmitir a los lectores algo más de las emociones de esta embajada artística, pero el espacio nos obliga a sintetizar nuestra crónica. De allí que tengamos que finalizar con un comentario sobre…
Lo que fue la exposición
Ante todo, es necesario puntualizar que en esta ciudad va perfilándose en casi todos los círculos y sectores de población un concepto paulatinamente real de lo que significa el arte para las masas. En ello influyeron otros eventos idénticos efectuados en anteriores oportunidades.
Como es de suponer, los trabajos de Walter Solón Romero –a excepción de los dos últimos consignados según el catálogo– son de elevada factura. En Resignación, hay un concepto magistral de la perspectiva que en muchos artistas actúan como el invisible cuco a través del pincel. También Mañana es todavía revela en el lienzo la habilidad del artista en el manejo de los matices, [es un] cuadro sugerente que fue adquirido por una federación de trabajadores local.
En rápida visión debemos referirnos a los trabajos de Lorgio Vaca D. y que provocaron en los visitantes variados comentarios por la ruda franqueza aplicada al desarrollo de sus temas, uno de los cuales –el de más realismo– llamado Así lucha el pueblo ilustra esta crónica.
Gil Imaná Garrón nos presenta su mejor obra, Niña, no desmerecidos los restantes. Pocos sí, pero que demuestran ahínco con que se inclina ante el caballete.
Jorge, el hermano del anterior, presenta un cuadro de tema extraído de la vida popular [titulado] Cohesivo sin motor –que consideramos el mejor– ya que en los restantes hay discreta comprensión de los motivos anatómicos esenciales para el logro de interpretación como las [otras obras] presentadas.
Conclusión
Los emisarios del movimiento muralista que se expande desde Sucre, como nos lo afirma Solón Romero, están decididos a continuar en la trinchera de la lucha por la elevación de su arte. Empezaron a pintar murales su especialidad desde 1950 y no han dejado de trabajar un solo día. De allí los resultados tangibles y maravillosos en los muros de la Escuela Nacional de Maestros, la Universidad, el edificio de teléfonos, el Colegio Secundario Nocturno, y aun casas particulares, cuyo mantenimiento será definitivo por esta contribución de acuerdo al concepto que encabeza estas líneas. El Centro de Arte Anteo, pese a otras afirmaciones de que el muralismo es obra de tal o cual región, está decidido a dar la pauta para su incremento en Bolivia. Lo creemos porque parte del solemne compromiso de boca de exponente como es Walter Solón Romero.
Para él y sus cincos peregrinos –y por ende al resto del grupo– el estímulo de LA PATRIA.